En 1958 Lacan redacta su escrito juventud de Gide, que es también el análisis de una familia, “de aquella familia que para Gide fue su familia y no una abstracción social” [1].
Lacan elucidará que el niño Gide no fue deseado, Unwanted, y fue a través de la seducción de su tía, que se convirtió por el sesgo imaginario, en el niño deseado, “es decir aquello que le faltó, en la relación insondable que une al niño a los pensamientos que han rodeado su concepción” [2]. Recobrando de este modo un poco de gracia, de la que carecía.
La noción de transmisión aparece en el escrito cuando Lacan se pregunta por la transmisión de los fantasmas ¿por qué camino pasan los fantasmas de la madre al niño?
Aludiendo a Klein, recuerda que también la madre de Gide, de niña, tuvo los mismos fantasmas y temores, proponiendo que “reducir el problema a preguntarse por qué camino pasan los fantasmas para ir de la madre al niño nos pondría quizá en el camino mismo del que toman sus incidencias efectivas” [3].
Encontramos diversos avances como respuesta a esta pregunta en los años 60. Así en la Alocución sobre las psicosis en el niño, afirma que “el valor del psicoanálisis es operar sobre el fantasma {…} ahí se juzga la forma que sujeta como neurosis, perversión o psicosis” [4]. Las incidencias efectivas serían entonces como el fantasma sujeta como neurosis perversión o psicosis.
En esta misma Alocución afirma que “esto desemboca en leyes de orden dialéctico, resumidas en la pertinente observación del Dr. Cooper, cuando afirma que para obtener un niño psicótico es necesario el trabajo de dos generaciones, siendo el fruto de la tercera” [5].
¿Es esta una tesis del fantasma definido como leyes de orden dialéctico, a través del que se realizaría la transmisión de la subjetividad?
Esto quedará deletreado en la Nota sobre el niño: “la transmisión… conlleva una constitución subjetiva, lo que implica la relación con un deseo que no sea anónimo” [6].
En este momento de su enseñanza, la constitución subjetiva toma la forma del síntoma. En sus formas de articulación al fantasma “el síntoma somático {…} testimoniará la culpabilidad, servirá de fetiche o encarnará un rechazo primordial” [7].
Esta serie sobre la transmisión continua en la Conferencia en Ginebra sobre el síntoma donde la cuestión del Unwanted vuelve a aparecer.
Lacan articula la cristalización precoz de los síntomas en la infancia con el efecto del sujeto dividido por el lenguaje. Y lo relaciona con la importancia que tuvo la manera en que un sujeto fue deseado por sus padres. Afirmando que la experiencia cotidiana del análisis es que hay sujetos que viven bajo el efecto del hecho de que uno de los padres no lo deseó. “La manera en la que le ha sido instilado un modo de hablar, no puede sino llevar la marca del modo bajo el cual lo aceptaron los padres {…} Esto presenta toda suerte de variaciones y aventuras” [8].
La relación insondable que une al niño a los pensamientos que rodearon su concepción se transformará, en la enseñanza de Lacan, en el modo en el que fue instilado un modo de hablar, lalengua, transmisora de la marca, efecto esta de cómo un sujeto fue deseado, función primordial de la familia.
[1] Lacan, Jacques. “Juventud de Gide o la letra y el deseo”, Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 725.
[2] Ibíd., pp. 733-734.
[3] Ibíd., p. 730.
[4] Lacan, Jacques. Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 386.
[5] Ibíd., p. 382.
[6] Lacan, Jacques. Otros escritos. Op. cit., p. 393.
[7] Ibíd., p. 394.
[8] Lacan, Jacques. “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”, Intervenciones y textos 2, Manatial, Buenos Aires, 1988, p. 124.