“El hombre nació libre, y por doquier se encuentra sujeto con cadenas”. Nada más falso que esto. El hombre nació con cadenas. Es prisionero del lenguaje, y su estatuto primero es el de ser objeto [1].
En la era de la economía globalizada y de los flujos migratorios incesantes, las familias son arrastradas de un continente a otro, de una lengua a otra, con la esperanza de un destino mejor o con el imperativo de una elección forzada. El migrante, que se define como “una persona nacida en el extranjero, instalada desde hace al menos un año en un país distinto al suyo”, representa “el 3,5% de la población mundial hoy en día” [2].
Si bien no son nuevas, estas situaciones de exilio se presentan cada vez más frecuentemente en los espacios de atención y contribuyen al malestar en la familia, cuyo eco resuena en la actualidad. Que El hombre sea prisionero del lenguajesignifica que, en el exilio, la biografía familiar y la transmisión se ven más dañadas que en otros contextos. El trabajo en las instituciones da testimonio de ello.
La institución es un lugar ideal para observar cómo la familia globalizada pertenece más o menos a la “familia del arreglo” […], la familia del siglo XXI y el malestar que en ella reina” [3]. Allí se encuentran padres provenientes de países no francófonos, cuyos hijos hablan una lengua que ya no es materna y que separa a la generación que llega de la siguiente. No es raro constatar en estos casos una inversión de los vínculos de parentesco cuando, desde muy temprana edad, las tareas administrativas y de traducción que los adultos no asumen recaen sobre los hombros de esos niños. Paralelamente, la enseñanza de la lengua de origen se convierte en el eje del diálogo entre generaciones, con los efectos de división que ello conlleva, como la cuestión de la nacionalidad.
Pero quien dice globalización ya no dice únicamente migración. Las familias también están en la era de internet y no necesitan viajar para que el niño trace su camino fuera de los referentes tradicionales de la transmisión.
Se pueden captar las consecuencias concretas de esta globalización en la clínica infantil, cuando el niño no toma los significantes de sus padres, sino aquellos extraídos del infinito de objetos digitales transmitidos por las pantallas, entre ellos esa lengua inglesa simplificada, el globish [4] que el sujeto utiliza muy rápidamente para jugar, bailar y comunicarse a través de un smartphone. El sujeto autista es particularmente afín a ella, él que no habla ni la lengua del país de origen ni la del país de acogida.
Pero lo que atestigua la clínica psicoanalítica, en lo más singular de los casos, es lo imprevisible de los arreglos y soluciones que hacen que la familia, escribe Nadine Page, “mantenga su permanencia por su función: constitutiva del sujeto” [5]. Porque no es en función de su origen o de su lengua que el sujeto viene a tomar su lugar en el seno del dispositivo psicoanalítico, sino a partir del síntoma que presenta ante sus padres o las instituciones que lo reciben: escuela, PMI, hospital, etc.
Luego, “la familia es el padre, la madre y su objeto plus-de-goce” [6]. Porque si el estatuto primero del niño es ser objeto, lo es como “causa de deseo de sus padres, si tiene suerte. Si no, desecho de sus goces” [7].
[1] Miller, J.- A. “Prefacio”, Bonnaud, H. El inconsciente del niño, Del síntoma al deseo de saber, Gredos, Barcelona 2018, p. 7.
[2] Withol de Wenden, C. “Cartografía de los flujos”, La Economía Política, no 84, p. 8. [La traducción es nuestra]
[3] Siriot, M. “Familia que se las arregla”, 23 de enero del 2025, disponible en él blog pipolcongres.eu.
[4] El globish (Término híbrido que combina global y English) es un subconjunto del inglés reducido a 1500 palabras, que conserva la ortografía y pronunciación clásicas, y está destinado a los francófonos. Fue propuesto entre 2004 y 2006 por Jean-Paul Nerrière, ex-vicepresidente de IBM Estados Unidos.
[5]Page, N. “La Familia, una institución”, 23 de enero de 2025, disponible en el blog pipolcongres.eu.
[6] Stevens, A. “El malestar en la biografía familiar del niño”, 5 de febrero del 2025, disponible en el blog pipolcongres.eu.
[7]Miller, J.-A. op. cit., p. 11.
Traducción: Cristopher Tapia Chávez
Revisión: Carolina Vignoli