Philippe Metz puso en imágenes cada número de los newsletter Famil PIPOL 12. Los invito a leer esta introducción y a continuar haciendo clic en el enlace que se encuentra al final de la página; descubrirán un viaje singular en el que se anudan formaciones del inconsciente e imágenes.
Un momento de imaginarización
Tengo cinco o seis años y, mientras estoy medio dormido, oigo que la locomotora del tren eléctrico de mi padre, instalada junto a mi cama, arranca muy suavemente.
Es el inconfundible chirrido de las bielas lo que me despierta.
Está oscuro, me siento en la cama y veo los pequeños faros de la locomotora que se encienden muy lentamente. Es a la vez aterrador y fantástico.
Conservé por los trenes una cierta atracción e inspiración, el objeto investido de mi deseo, un motor sobre rieles con una ruta posible.
Análisis de la foto del tren
Una locomotora salta a la salida de un túnel, el tándem vuela por los aires y se instala una atmósfera de caos.
La locomotora parece pesada, de metal sólido e imponente, las ruedas son de plomo, y la pintura negra y roja amplifican aún más el efecto de una masa en movimiento que nada puede detener. La maraña de máquinas contrasta con el apacible paisaje.
La foto es demasiado nítida, los reflectores están centrados en un posible descarrilamiento, deslumbran y ocultan la tragedia que se está produciendo al sublimar el color y el contraste. Se muestra todo para que no se vea nada.
La locomotora que sale de un túnel, un agujero negro en medio de un decorado de cartón piedra, parece muy diferente a la del sueño que se aventuraba suavemente por sus vías.
Agujero negro rodeado de una especie de paisaje que imita la naturaleza que ya no existe, hecho de manchas de color como camuflaje.
Es a partir de ese instante reconstituido, desde este lugar donde la efracción acaba de producirse, desde donde podemos situar el inicio de este viaje-ficción y sus vicisitudes.
Traducción : Jesica Varela