La parentalidad [1] plantea una lógica diversa a la del deseo no anónimo y la père-version, con una posición de rechazo del malentendido del goce [2]. Nace de la evaporación del padre y, fundamentalmente, de la de la madre [3] ‒que señala una falla del no-todo. Si la familia clásica supone autoridad y diferencia, la parentalidad, supone simetría y paridad; es la que procrea “Un-dividuos” [4], ¿reside allí su función de residuo?
En la parentalidad, madre y padre son uno indiferenciado: acompañan al hijo en una única posición de “maternaje”: transmisión pedagógica, burocrática, vaciada de deseo dirigido al niño [5] ‒que es objeto a para ambos progenitores.
Surge como factor que representa a lo social: vela por los derechos del niño protegiéndolo de la intromisión de la transmisión de autoridad y diferencia de la familia clásica. Interviene mediando entre lo social y el niño, mera pasadora de algo que no la implica. Nombra para [6]. Encarna el “niño generalizado” [7].
En la parentalidad se intenta evadir lo imposible del goce con la quimera del ‘todo es posible’ ‒consecuencia del derecho a la libertad de goce. Se organiza bajo el rechazo de la pérdida, lo cual introduce la dimensión del abuso [8] del objeto en tanto plus de gozar ‒lugar al que también va el niño.
Así, da lugar a la estructuración de un individuo distanciado del efecto traumatizante de lalengua y amo de su goce; negativa a reconocer en ese niño un sujeto dividido. Se ubica en el plano de responder satisfaciendo la demanda, suponiendo un lenguaje de S1 tomados con la literalidad que lleva a un “soy lo que digo” [9]. Se evita el momento en que el niño podría convocarlos a encarnar el Otro para él. El hijo de la parentalidad es un niño “sin” Otro. Esta condición lo empuja a una posición que va en la línea de la autonominación, la autorregulación y la autodeterminación.
El niño está frente a una abrumadora soledad en un mundo desapacible, donde prima lo real sin ley. Tiene que lidiar con un goce ilimitado con pocos recursos para enfrentarlo [10]. El Un-dividuo recurre, como salvación para tratar este real, a aquello que es parte de lo mismo que impele al desorden: el real de la tecnociencia, lo digital.
Surge el interrogante de si un niño puede ubicarse como síntoma de lo que no anda entre dos parents que son Uno o solo le queda ubicarse como un Uno solo entre otros. Le cabe al analista hacerse partenaire-amor que propicie un saber hacer con eso.
[1] Brousse, Marie-Hélène, La familia en el tiempo de los Unos solos, en Modos de gozar en femenino, Grama, Bs. As., 2021.
[2] Lacan, Jacques. Seminario 27, Disolución, Clase VI, 10 de junio de 1980, inédito.
[3] Miller, Jacques-Alain, Intervención en el marco de PIPOL 11, Clínica y crítica del patriarcado, 1 y 2 de julio 2023.
[4] Miller, Jacques-Alain, Contratapa, El Seminario, Libro 19, …o peor, Bs. As., Paidós, 2011.
[5] Roy, Daniel, Las necesidades del niño, disponible en línea.
[6] Lacan, Jacques, Seminario 21, Los nombres del padre, clase 10 del 19-03-74, inédito.
[7] Lacan, Jacques, Alocución sobre las psicosis en el niño, Otros Escritos, Bs. As., Siglo XXI, 2012.
[8] Teixidó, Araceli. Transmisión / Tensiones, disponible en línea.
[9] Miller, Jacques-Alain, Entrevista “Hoy, sin Lacan, es una calma chicha”,
disponible en línea.
[10] Langelez-Stevens, Katie, Argumento PIPOL 12, disponible en línea.